Oda a Colau (a todas las Colau)

11/5/14


Por Gerardo Tecé. 


Stop desafiuzamentos
Ada Colau anuncia que deja de ser portavoz de la PAH. El rostro que se hizo visible explicando ante una cámara que se podía detener un desahucio, desaparece de la primera línea. Justo al contrario que nuestros representantes políticos, la mejor representante política del 15M tras el 15M se va sin sueldo vitalicio, sin coche oficial y sin oferta de trabajo en el consejo de administración de ningún banco. Quizá el hecho de que lleve años peleando contra los bancos y contra quienes los protegen haya tenido algo que ver a la hora de esta curiosa ausencia de ofertas de empleo como consejera.

Muchos, afectados o sin afectar por la hipoteca, nos hemos agarrado a su mano desde casa cuando la llamaban nazi, etarra o gordita; y nos sentíamos nazis, etarras y gorditos junto a ella. Ada Colau se plantó ante la casa de Luis y evitó su desahucio. Luego se plantó en el Congreso y llamó criminal al representante de la banca. Esta mujer normal y corriente ha personificado y aglutinado toda una nueva forma de latir. Ha creado ilusión y ha sido un referente. Ha sabido explicar en la calle y en los medios de comunicación el problema de los desahucios, y los demás, desahuciados o sin desahuciar, la hemos escuchado como hacía tiempo que no escuchábamos a alguien. Pero lo mejor de Ada Colau es que Ada Colau se va. Se va y nos deja el cuerpo como raro. Y es así como debe ser. Ella ha explicado mil veces que sólo era portavoz de muchos más. Delante de la casa de Luis no estaba ella sola, ni en el Congreso llamando delincuente al representante de la banca, tampoco.

Y lo mejor que podemos hacer el resto es desearle suerte y decirle que gracias y que adiós. Y darnos la vuelta sin mirar atrás. Ya veremos si nos la encontramos en el futuro en otra plataforma política o no. Pero qué más da. Adiós. Que nadie se haga camisetas del Che Guevara con la cara de Colau. Porque su gran mérito ha sido haber personificado un liderazgo sin líderes. La buena noticia es que cualquiera podría haber sido Ada Colau y que cualquiera podrá serlo ahora.

Stop desafiuzamentos
Enciendo el ordenador y veo por streaming a un tío probando sonido y más tarde colocando sillas de plástico en el patio de un colegio público donde en un rato comenzará el mitin de campaña de uno de los nuevos partidos surgidos post 15M. El escenario es austero: hay un atril con un micrófono y un par de carteles. No subirá a él ningún imputado en la Gürtel ni en los ERES. Subirá una profesora de Matemáticas y un informático que contarán que hay que hacer algo de una vez, porque esto no puede seguir así. Y entre el público no habrá nadie que haya cogido sobres. Habrá gente que lo que ha cogido es su coche o un autobús para ir a escuchar a la profesora de Matemáticas y al informático decir que ya está bien, hostia.

Voy a apagar el ordenador para irme a la calle pero justo antes me llega un correo electrónico de una amiga que trabaja en la parte de prensa de otro de estos partidos pequeñitos y me cuenta que está hasta arriba de trabajo, pero que en cuanto pueda, me tiene lista la entrevista que le pedí. No cobra por este trabajo. Ni va a conseguir un puesto de eurodiputada. Ella es cocinera.

Suelo ser un puto pesimista (creo que con motivos) pero hoy, gracias al tío que colocaba las sillas de plástico y a mi amiga la cocinera, a todas esas Colau, me siento menos pesimista. Y por eso llevo todo el día con una frase en la cabeza, una frase que alguna vez escuché y se me quedó grabada: La guerra está perdida, pero podemos decidir cómo perderla.


Publicado o 10/05/2014 en www.lamarea.com

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