El macarthismo sigue vivo

2/3/15


Por Joan Queralt.


Alea jacta est: no han expulsado al magistrado Santiago Vidal de la judicatura. Pero el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) le suspende tres años, dejándolo en un curioso limbo (¿ha de pedir permiso para ejercer de abogado o abrir una librería?). Pierde el trabajo y el sueldo, pierde la plaza, habrá de concursar de nuevo en la primera convocatoria tras su apartamiento y, si no le gusta, a la calle. Y nadie ha tenido una mala palabra para él: ni compañeros, ni fiscales, ni letrados ni funcionarios que han colaborado con él. Su imparcialidad y ecuanimidad no ha sido nunca cuestionada. No hay quejas en su contra ni de abogados ni de ciudadanos.


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